Sumamente interesante me ha parecido la tribuna de Míquel Porta en EL PAÍS del 10 de junio, Ver lo que nos sale a cuenta.
El público en general parece pensar que su salud depende fundamentalmente de la asistencia sanitaria. Es evidente que cuando caemos enfermos necesitamos tal asistencia. Pero para mantenernos sanos necesitamos que el agua que bebemos, los alimentos que consumimos, el aire que respiramos estén libres de contaminantes dañinos. También necesitamos vacunarnos frente a las enfermedades, conocer cómo protegernos frente a determinados riesgos ambientales, como las olas de calor o el polen que puede originar crisis asmáticas en las personas alérgicas, y un largo etcétera de actuaciones que son propias del campo de lo que se llama Salud Pública. No valoramos debidamente las cosas más valiosas hasta que las perdemos. Eso pasa con la salud. La sociedad valora a los profesionales que devuelven la salud a quien la ha perdido. Lamentablemente, apenas conoce la existencia de otros profesionales que, como los de Salud Pública, contribuyen a impedir la aparición de la enfermedad. Ya va siendo hora de que esta percepción cambie.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de junio de 2010