Barcelona se expande, la Barcelona real, la que supera ampliamente el término municipal y se prolonga en una densa Área Metropolitana cuya ley espera ser una realidad desde hace décadas. Los alcaldes la reclaman, creen imprescindble una autoridad supramunicipal que ordene lo que el crecimiento ha desordenado. En lo que ya no hay tanto acuerdo es en cómo debe ser esa autoridad. En el recién clausurado congreso Cerdà Postmetrópolis así se evidenció. Hubo cierta unanimidad en la conveniencia de un gobierno metropolitano, pero se abrieron discrepancias en todo lo demás. Las voces más críticas fueron la del alcalde de Sant Cugat, Lluís Recoder, y la del urbanista Jordi Borja. Este reclamó la provincia única; aquel no dudó en reclamar que Barcelona ceda parte de su poder. "El centro metropolitano no es la plaza de Catalunya sino Collserola", dijo. El alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, aprovechó la alusión a Cerdà para invitar a todos a pensar "qué murallas toca ahora derribar".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 16 de junio de 2010