Me gusta el fútbol pero no soy un forofo. Me encanta disfrutar un partido con colegas y que, a ser posible, haya seguidores de los dos equipos que van a jugar. Reírse, putearse (dentro del cachondeo) y, por supuesto, celebrarlo como el primero sin salir a la calle a dar la nota.
Los partidos del Mundial más divertidos que recuerdo han sido en casa, viéndolos en la televisión con amigos brasileños, unas birras, una buena cena y nervios y tensiones bañados en carcajadas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de junio de 2010