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Editorial:

Beneficio mutuo

La compra de Telefónica a Portugal Telecom de su parte de Vivo consolidará ambas empresas

Los accionistas de Portugal Telecom (PT) deben votar el próximo 30 de junio si aceptan la oferta de Telefónica sobre su 50% de Brasilcel, la sociedad con la que ambas controlan Vivo, líder de la telefonía móvil brasileña. Telefónica ha elevado su oferta hasta 6.500 millones, lo que supone una prima del 179% sobre el valor de mercado.

La operación puede beneficiar a ambas partes. Telefónica podrá fusionar Vivo con Telesp, su operadora de telefonía fija en Brasil, y extraer sinergias multimillonarias que los analistas cifran en más de 3.000 millones. Esos ahorros, que no se darían sin el control de Vivo por Telefónica, son los que le permiten hacer una oferta atractiva a Portugal Telecom.

El Consejo de la empresa portuguesa, que rechazó de plano una primera oferta de 5.700 millones de euros, ha aceptado someter a la junta de accionistas la nueva propuesta, edulcorada no solo en el precio sino también en otros aspectos clave que preocupaban a PT. Pero a la vez, los directivos de la lusa (los que más tienen que perder) han hecho campaña en contra de la operación, alegando básicamente que Telefónica podría pagar aún más. Pese a su hábil retórica, han eludido pronunciarse sobre si la oferta es financieramente justa, es decir, si refleja (con creces) el valor que Vivo tiene para PT, como sostienen abrumadoramente los analistas y bancos de inversión. De hecho, se han visto obligados a reconocer, con la boca pequeña, que no pueden asegurar que los accionistas vayan a poder lograr por Vivo en el futuro un valor como el de la actual propuesta.

La última oferta que ha realizado Telefónica no solo facilita a PT hacer efectivo un valor por Vivo que la lusa no podría lograr por sí sola. Además, es de una cuantía tal que permite a PT retribuir a sus accionistas y al tiempo buscar alternativas de inversión y crecimiento (incluso en Brasil) que le permitan seguir siendo una compañía grande y puntera.

La resistencia de la dirección de PT solo puede interpretarse, en el mejor de los casos, como una estrategia de regateo para intentar lograr una última mejora de la oferta, o, en el peor, como un intento de mantener su poder como directivos aun a costa de los intereses de sus accionistas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de junio de 2010