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CARTAS AL DIRECTOR

Una tragedia anunciada

Cruzar por las vías del tren siempre es una imprudencia, eso está claro. No lo está tanto que esa imprudencia no hubiera podido evitarse, máxime cuando una edil del propio Ayuntamiento ya había advertido de la peligrosidad del apeadero. En la trágica noche de Castelldefels coincidieron varias circunstancias que pudieron desorientar a la gente que, en afluencia masiva, se encontraron con un acceso cerrado, y falta de luz y de indicaciones claras para facilitar el paso. Todo ello determinó que muchos jóvenes, poco alertados, optaran por cruzar las vías.

Las apresuradas declaraciones de algunas autoridades echándoles únicamente la culpa a las víctimas producen verdaderas náuseas. Puede que la estación cumpla las ordenanzas rigurosamente... pero la muerte de 12 seres humanos es más rigurosa que las justificaciones de los burócratas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de junio de 2010