Eminem es hoy quizá el único capaz de vender millones de discos sin la connivencia del público gay, de Disney Channel o de la nostalgia rock. En Recovery, las letras recuperan cierto pulso (nada de torpezas vitriólicas, bastante pornografía sentimental y puñetazos en el pecho), volviendo al equilibrio entre frases geniales y rimas sonrojantes. El problema es el sonido, que antaño fue lo que le hacía atractivo para el consumidor ocasional de hip-hop. Apartado Dr. Dre (participa en un solo tema), el de Detroit apuesta por una elección de samplers que parece sacada de KissFm. Pierde colmillo, pero despacha media docena de momentos coreables y hasta uno de emocionante. Una estrella incómoda pero programable en Rock in Rio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de julio de 2010