¿Es necesario ponerle cara a un aficionado de entre los miles que celebraron en Madrid y en toda España el gran éxito de la selección española?
Para las personas con discapacidad intelectual, para sus familias y para los que tenemos la suerte de compartir nuestro día a día con ellos, es más que necesario.
En muchas ocasiones tenemos la sensación de que las personas con discapacidad intelectual poseen el don maldito de la invisibilidad, pero ayer gracias a Álvaro, el entusiasta hijo de Vicente del Bosque, estuvimos muy bien representados.
Álvaro fue un aficionado más, un deportista más, un ciudadano más; su discapacidad no fue ningún obstáculo, nunca debe serlo y Álvaro ayer nos lo recordó.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de julio de 2010