Ni todos los trabajos son igual de penosos, ni todo el mundo tendrá una salud excelente para continuar trabajando. Lo más razonable sería ofrecer la posibilidad de jubilarse a la carta. Por otra parte, ¿qué sentido tendría alargar la edad de jubilación cuando el trabajo es un bien escaso y el índice de paro altísimo entre la población joven? El Estado debe buscar otros recursos alternativos a las cotizaciones que nos garanticen a todos unas jubilaciones dignas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de julio de 2010