Aznar tenía un cuaderno o libreta -de pastas azules, si creemos a los que dicen que la habían visto- en la que apuntaba, sobre todo, nombres. Algunos los subrayaba, como en el caso de Rajoy, que, mediante tan expeditivo procedimiento, llegó a ser mandamás del Partido Popular, nunca sabremos si a su pesar.
Rajoy, queriendo mantener la tradición -y mejorarla a ser posible- tiene un libro. Un libro del que no se sabe si le sirve para leer, para escribir en él o para ambas, pero que debe de ser tan gordo al menos como el de Petete, porque le tiene tan absorbido que no le da tiempo ni a presentarse a los debates del Congreso de los Diputados. Es una explicación, un punto menos ridícula que la ofrecida por la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría -está trabajando en su despacho- a la incomparecencia del jefe de la oposición en el debate sobre el estado de la nación.
La realidad del asunto, la clave, la ofreció el miércoles el portavoz de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, al decir que, puesto que el Gobierno actual está llevando a cabo las políticas que ejecutaría el PP, este tiene poco que hacer o decir.
Pero por puro respeto -si no por otros motivos- el señor Rajoy debería haber acudido al debate para oír la opinión de todos y cada uno de los grupos políticos. Y debería apuntar esto en su libro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de julio de 2010