Parece que tenemos serios problemas con el control de nuestro espacio aéreo. Las personas que tienen que prestar ese servicio público -repito, servicio público- se han puesto masivamente enfermas y están, con todo derecho, de baja en su casa. Los suponemos en tratamiento médico y/o psicológico y les deseamos un completo, feliz y, a ser posible, pronto restablecimiento.
Pero no queremos de ninguna manera que se incorporen a su trabajo con alifafes físicos o anímicos. Sabemos que es gente de psique en extremo delicada y nervios quebradizos, y deseamos intensamente que estén plenos de equilibrio y de facultades, por la cuenta que nos trae.
Esta situación no tiene nada de extraordinario: es un derecho de los trabajadores y la ley los ampara. La cuestión es otra: ¿cuál es la probabilidad estadística de que enfermen de la neura (según uno de sus portavoces) en tal número y todos a la vez?, ¿cuál es la probabilidad de que tales cosas les pasen, sistemáticamente, a comienzos o finales de las vacaciones?
¿No se han preguntado los médicos que han firmado sus bajas que es un raro fenómeno, digno de un estudio más profundo?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de julio de 2010