"El futuro de la cultura catalana pasa por cambiar el modelo y conseguir un concierto económico cultural". Tras enumerar, durante 60 minutos, los logros del Departamento de Cultura y Medios de Comunicación en los últimos cuatro años y los millones invertidos, Joan Manuel Tresserras -que comparecía por décima vez ante la Comisión de Política Cultural del Parlament- reclamó un cambio en la relación con Madrid. El concierto económico, según el consejero, posibilitaría a la Generalitat calcular lo que corresponde a Cataluña en función de su población y los impuestos, y administrar los recursos de "forma transparente".
Tresserras hizo un "balance positivo" de su paso por la consejería, pero reconoció puntos oscuros, como que no se haya conseguido la devolución total de los papeles de Salamanca, la venta del archivo Centelles y el caso Millet, y aseguró que tienen que ver con la "incomodidad" con la que desde el Estado se ve "el carácter nacional de la cultura catalana", que les ha llevado a practicar una "política obstruccionista".
El momento más tenso de la comparecencia se vivió cuando desde CiU le reprocharon el cierre de repetidores de TV-3 en la Comunidad Valenciana y de "vulnerar la ley, cargarse el consenso y menospreciar al Parlament" al situar a Enric Marín al frente de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA). Tresserras lo negó afirmando que tras conseguir la "despolitización de la CCMA, ahora toca su despartidización".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de julio de 2010