Quiero expresar mi profundo agradecimiento a Ruth Toledano, Rosa Montero y todas aquellas personas que defienden públicamente los derechos de los animales y denuncian su maltrato. Los crímenes contra los animales que describen en sus columnas no son sino el reflejo de la parte de este país que aún queda por civilizar. Y aunque para la erradicación del maltrato a los animales las leyes son fundamentales, no lo son menos la educación y concienciación, una labor que debe partir no solo de los colectivos que defienden los derechos de los animales, como ya sucede, sino también y sobre todo de las Administraciones públicas que, por desgracia, no solo no asumen esta responsabilidad, sino que por comodidad e incluso convicción toleran determinadas actitudes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de julio de 2010