La despedida insípida que Florentino Pérez ha otorgado a Raúl no podrá empañar la inmensa grandeza y felicidad que este chico del extrarradio de Madrid ha dado a tantos durante tanto tiempo. Entre los devaneos intelectuales, la mediocridad política, la falsedad de los negocios, la corrupción y hasta en medio de las rivalidades del mundo del arte aparece un chaval así y llena las horas, el tiempo de magia sencilla y sin trampa. Quince años de ratos de felicidad que tendremos para toda la vida. ¡Gracias Raúl!.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de julio de 2010