Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
CARTAS AL DIRECTOR

Me huele a cuerno quemado

Las Palmas de Gran Canaria

¿Por qué los catalanistas han elegido el camino del Parlamento y no el de una consulta popular, que hubiera sido más propio de asunto tan serio? Ah, ya, porque están escarmentados de lo del referéndum del Estatuto, que solo fue aprobado por uno de cada tres electores. Ahí duele. ¿Más referendos? No, gracias.

¿Y por qué no prohíben también los correbous? Ah, ya, porque eso es cultura auténticamente catalana, como el cava. Pues se equivocan. Los toros de fuego, embolados, ensogados, etcétera, están en otras muchas partes de la piel de toro (¡vaya, hombre!), y el cava también se fabrica en Bollullos del Condado, y en Extremadura.

En fin, que a mí todo esto, más que a animalismo, me huele a cuerno quemado.- Antonio Rodríguez Almodóvar. Sevilla.

El Parlamento catalán acaba de aprobar la prohibición de las corridas de toros a partir de enero de 2012.

¿Ley de protección del animal o prohibición de las corridas de toros porque es la costumbre más unida a la imagen de España?

En Canarias están prohibidas las corridas de toros desde el año 1991, año en el que se promulgó, sin polémica ni extrema atención mediática, la Ley 8/1991, de 30 de abril, de protección de los animales, que en su artículo 5.1 prohíbe la utilización de animales en peleas, fiestas, espectáculos y otras actividades que conlleven maltrato, crueldad o sufrimiento. Un simple artículo que veta cualquier acción que conlleve el sufrimiento del animal.

Eso es lo que echo en falta en lo aprobado por el Parlamento catalán, un articulado que no haga diferencias nacionalistas en el sufrimiento del animal. Una norma que acabe con tradiciones culturales que han perdido su razón de ser en el siglo XXI. Un precepto que continúe la carrera iniciada en Canarias y que nos lleve a construir entre todos una España moderna en la que tradiciones tan crueles se conviertan en parte de nuestra historia sin más.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de agosto de 2010