Yo soy una de esas personas a las que le acaban de bajar el sueldo y no me quejo. Entiendo que para superar este bache económico (lo cual parece ser el único objetivo tras la crisis), tengamos que hacer una especie de donación solidaria de parte de nuestro sueldo.
Pero, ¿y si este fuera el momento de echar un pulso contra el sistema en que nos hallamos inmersos? No entiendo que si la mayoría de nosotros pasamos los días quejándonos de no tener tiempo para nuestra vida personal, nuestros hijos, nuestras aficiones, no reclamemos ese tiempo ahora. Propongamos un trueque: yo te doy mi dinero y tú, a cambio, me devuelves mi tiempo. Porque, ¿en qué están centrando las negociaciones los sindicatos? ¿Y si aprovecháramos la coyuntura para reclamar una jornada con menos horas de trabajo?
Presionemos a través de ellos y reclamemos nuestro tiempo. Quizá de esta manera el recorte de sueldos no sea tan injusto ya que el Gobierno, puede que en un desesperado intento por evitar la temida huelga general, nos devuelva lo que, además de pertenecernos, llevamos durante generaciones reclamando. No nos olvidemos de que esta rueda gira porque cada uno de nosotros la impulsa. Somos el motor y, si nos paramos, se para todo...
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de agosto de 2010