Es curioso lo hospitalarios que son los dirigentes de nuestro país. Llegan disidentes cubanos con sus familias, vienen excarcelados de Guantánamo y no pasa nada. Llega la primera dama estadounidense con su hija y hay, por ejemplo, un gran despliegue policial. Pero... quiere venir un profesional de mediana edad con un trabajo consolidado que no va a producir ningún gasto a la Administración, sino al contrario, y... es imposible. Un panameño tuvo la pretensión de intentar viajar a España y permanecer solo dos meses por motivos académicos y fue un calvario: primero le pidieron desde Valencia una carta de invitación, siguieron un montón de documentos y certificados variopintos (mientras van transcurriendo los días y los meses, igual que en los tres casos reseñados al principio). Cuando ya creía que lo había conseguido todo para poder viajar a nuestro país le piden un certificado de... ¡el Tribunal de La Haya! en el que constara que tenía realmente vivienda y trabajo en Panamá. ¿No es insultante? Tuvo que desistir.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 5 de agosto de 2010