Los turistas llenan las calles de Barcelona, pero la ciudad se resiste a perder su rostro habitual y muchos comercios mantienen sus puertas abiertas. Desde el comienzo de la crisis económica, cada vez son más los esablecimientos barceloneses que reducen sus vacaciones -o las eliminan directamente- para tratar de recuperar sus cifras. "En 2009, muchas personas pudieron aguantar las dificultades de la crisis gracias al colchón que tenían en 2008, pero esa no es la actual situación", explica Salvador Albuixech, vicepresidente de la Federación Barcelona Comerç. En la foto, Juan Francisco Sala, propietario de un comercio de alimentación cerca de la plaza del Centre, en el barrio de Sants, quien reducirá este año sus vacaciones a la mitad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de agosto de 2010