Hay una pornografía de la palabra: exhibe las fobias, el derecho a exagerar, a manipular y a mentir, la ridiculización del adversario e incluso el derecho al insulto y a la difamación, y lo reivindica como una libertad individual irrenunciable.
- Escribir contra la corrección política es como discutir a gritos en el bar de la esquina, o en una tertulia de Telecinco, pero sin salir de casa ni ir al estudio.
- No confundir lo que pasa por su cabeza con ideas o con pensamiento. Sobre todo cuando lo exhibe con el mismo gusto y desparpajo con que se desnudan las strippers.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de agosto de 2010