su bocado preferido le llama buenismo. Le gusta tanto que termina dándole este nombre a todo lo que le gusta.
- Se pone malo de tanto comer buenistas.
- Le crece tanto el apetito que termina confundiendo a buenos y a buenistas, al bien y a su exaltación ridícula e impostada.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de agosto de 2010