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Crítica:

Anabolizantes y Botox

Sylvester Stallone, Mickey Rourke, Dolph Lundgren, Bruce Willis, Jason Statham y Jet Li. Fuera de programa, en un cameo, Schwarzenegger. Abundancia de testosterona. Aunque quizá más de anabolizantes y de Botox. Mitos en decadencia (salvo Statham) o directamente momificados. Y, sin embargo, sobre la película, sobre su estreno, hay un halo de acontecimiento. ¿Por qué? Porque la nostalgia es inherente al ser humano. Porque nos encanta volver a empezar. Porque estos nombres forman parte del imaginario colectivo del fanático, que siempre ansió tal colección y nunca cumplió su deseo. Porque somos así de imbéciles.

Venimos de El equipo A, de Pesadilla en Elm Street. Pronto llegará Kárate Kid. La vida es un eterno círculo vicioso. Mientras, Los mercenarios, escrita, dirigida y protagonizada por Stallone, al que interpretativamente le cuesta juntar los labios y que las cejas dejen de mostrar continuo rostro de sorpresa, y que en materia de puesta en escena deambula entre el descontrolado movimiento de la cámara, como un Michael Bay con la steadycam estropeada, y el primerísimo plano muestrario de los efectos de la (mala) vida. Así, el momento con más suspense de la película es un sostenido primer plano de Rourke en pleno monólogo con la boca semiabierta, en el que se pueden hacer apuestas sobre cuánto tardará la baba en caer de la comisura de sus labios.

LOS MERCENARIOS

Dirección: Sylvester Stallone.

Intérpretes: Sylvester Stallone, Jason Statham, Mickey Rourke, Jet Li.

Género: acción. Estados Unidos, 2010.

Duración: 103 minutos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de agosto de 2010