La política de la redacción de su periódico me impide hacer referencia a cada una de las falsedades e inexactitudes que aparecen en el artículo de Javier Valenzuela "¿Queda sitio para un Estado Palestino?" (El País, 24.7). Me limitaré pues, a dos aclaraciones: 1) Valenzuela cita un trabajo del arabista Ignacio Álvarez Osorio publicado por la Fundación Alternativas. Es un texto plagado de falsedades, errores y tergiversación. Mandé a la Fundación una carta señalando parte de ellos y pidiendo su divulgación, similar a la distribución que se le dio al trabajo de Álvarez Osorio, pero se me negó. Este es un ejemplo más del nivel de diálogo que hay aquí, censurando, acallando críticas, ahogando discusiones e imponiendo un discurso único. Si se permitiera el debate, quizás Valenzuela hubiera recibido también mis aclaraciones antes de fiarse de un panfleto seudoacadémico.
2) Más allá de todas las falsedades y los errores, lo más importante es que el modelo de un solo Estado no es una solución sino la receta para un baño de sangre. El modelo de Mandela no es aplicable aquí, pero sí lo son modelos como el de los Balcanes y el de Chipre donde, tras horribles matanzas, consiguieron la paz separando a las poblaciones. Incluso en el corazón apacible de Europa, en Bélgica, el modelo de un Estado sufre grandes dificultades. Los israelíes y los palestinos tienen una dolorosa historia y justas aspiraciones nacionales, que no tienen lugar en un Estado único.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 18 de agosto de 2010