"Quien no viaja no conoce el valor de los hombres", reza un proverbio árabe que el escritor británico Bruce Chatwin (1940-1989) cita en su libro Los trazos de la canción.
Fascinado por los nómadas -"esas vidas invisibles a la pala del arqueólogo que pasan por la historia sin dejar tras ellas ningún estrato quemado"-, Chatwin reflexiona en él sobre las virtudes del viaje, al tiempo que descubre los mitos de los aborígenes australianos, para quienes cada territorio, cada roca o accidente del terreno están descritos en una canción que traza rutas milenarias, invisibles, heredadas de sus ancestros. Una poética del ensueño de la que también habla el holandés Cees Nooteboom en su novela australiana Perdido el paraíso, y que el director alemán Werner Herzog llevó al cine en Donde sueñan las verdes hormigas (1984). Leyendas que los aborígenes trasladan a sus pinturas sobre corteza de eucalipto, como la que aparece en la foto junto a un lagarto goanna, un animal que con frecuencia aparece en ellas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de agosto de 2010