Como en otros muchos pueblos de España, en los situados en zonas de costa oriental aprovechan la celebración de las fiestas veraniegas y otro tipo de eventos, para utilizar las playas como lugares de concentración donde festejar y asistir a las actuaciones programadas.
La invasión de los paseos, caminos, dunas y explanadas circundantes durante noches enteras por multitud de personas, en su mayoría jóvenes, dan como resultado aparte del machaqueo del terreno, mobiliario, cercas y pasarelas, una generación de basuras espeluznante compuesta de materiales no degradables. Esto, aparte del deterioro ambiental, provoca que una acumulación de residuos imposibles de retirar de forma eficaz, se van quedando y llegan a formar parte del paisaje y de la vida de los residentes.
Ahora entiendo por qué es tan rentable conseguir una contrata de retirada de basuras. Si no se destina inversión a colocar suficientes contenedores, letrinas, limitar el abuso de estas ocupaciones y educar en el civismo y utilización adecuada de los servicios, los beneficios de la explotación están garantizados, ya que este servicio siempre se paga con dinero público. Con el dinero de muchos que no generan esa basura.
¿Hasta cuándo seguiremos derrochando medios, antes que poner la voluntad en regularlos?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de agosto de 2010