Un sacerdote católico implicado en uno de los atentados más sangrientos del IRA en Irlanda del Norte pudo salir impune gracias a la connivencia del Gobierno británico, la Iglesia católica y la policía. Así lo admitió ayer un informe de la policía norirlandesa, 38 años después de que tres coches bomba dejaran nueve muertos en el pueblo de Claudy.
La investigación, iniciada en 2002, ha confirmado un secreto a voces. Los detectives del caso estaban convencidos de que el cura James Chesney era jefe de operaciones de la banda armada e instigó el mortífero ataque. Pero temían que su detención inflamara todavía más la provincia. Del conciliábulo entre el responsable del Royal Ulster Constabulary (antigua policía del Ulster), Graham Sillington; el ministro conservador William Whitelaw y el jefe de la Iglesia católica de Irlanda, el cardenal William Conway, salió la decisión de trasladar al sacerdote a una parroquia de la vecina República. El padre Chesney murió en 1980 y nunca fue interrogado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de agosto de 2010