El índice de popularidad del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, alcanza el 80% tras ocho años continuados al frente del Gobierno. Durante este tiempo, millones de familias han salido de una situación de pobreza extrema y otras muchas han visto sensiblemente incrementados sus ingresos. En los medios de comunicación aparecen opiniones que ponen en duda la idoneidad o valía de los políticos sin estudios universitarios. O sea que, para las personas que comparten este criterio, Lula da Silva, que no los posee, nunca debería haber podido acceder a semejante responsabilidad institucional. Sería de necios desvirtuar o poner en duda los beneficios sociales logrados en base al estudio, pero tampoco parece una manifestación de inteligencia y equidad tratar de excluir u obviar de la política a quienes tienen y demuestran tener la capacidad, honestidad, entrega, lealtad, coherencia y sensibilidad para impulsar y fortalecer un desarrollo social con rostro humano. En la política también hay ineptos, vividores y corruptos con máster.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de agosto de 2010