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Análisis:EL ACENTO

Woody Allen, la vida y la risa

Woody Allen lleva 44 años trabajando en el cine y ayer se estrenó en España su película número 41, Conocerás al hombre de tus sueños. Es una comedia en la que los personajes se afanan por conservar las ganas de seguir viviendo. Para eso, cualquier camino sirve: que un viejo se líe con una joven prostituta o que una dama recurra al tarot para saber lo que le va a pasar mañana, a ella y a su hija. "Creo firmemente que la vida es algo terrorífico e inestable", comentó en Oviedo durante la presentación del filme el pasado martes. "La única manera de sobrevivir es engañándose a uno mismo. La gente está desesperada por encontrar algo en lo que creer".

Si fuera posible olvidar que fue Woody Allen el que dijo lo que dijo, lo más fácil sería pensar que quien anduvo por la capital asturiana hablando de cine fue algún filósofo pesimista del siglo XIX, tipo Schopenhauer. "La realidad cotidiana de hoy día puede llegar a ser muy deprimente", observó el director estadounidense. "Así que la gente tiene la necesidad imperiosa de buscar un sentido a sus vidas, de aferrarse a la idea de que hay algo especial esperándoles en algún lado".

Casi todas las cosas de este mundo pueden llamarse nueces vacías", sostenía en su tiempo Schopenhauer, el pensador que se preocupó de demostrar que la esencia del mundo era un impulso ciego. Y así nos va. De nuevo Woody Allen: "Envejecer no es ninguna ventaja. No le gusta a nadie. Empiezan a sucederte cosas malas y las opciones se reducen".

Ante esa tesitura, una buena salida, si es que no la mejor, es la de reír. Y de conseguir que eso sea posible se sigue ocupando Woody Allen. Lleva tiempo encantado con España y con Europa, quizá porque rodar en Manhattan le resulta demasiado caro. Acaba de terminar su nueva película, Midnight en Paris, en la que participa Carla Bruni, y seguro que ya está pensando en la siguiente.

Aunque me gustaría, probablemente no pueda dar una buena razón para justificar que la vida merece la pena", comentó también en Oviedo, "pero si alguien entrara ahora mismo en este cuarto con una escopeta, mi reacción natural, como la de cualquiera de nosotros, sería aferrarme a la vida y ponerme a cubierto".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de agosto de 2010