Es prodigioso, no cabe decir menos. Mediante una cámara introducida hasta el fondo por el diminuto canal que nos une a los mineros atrapados en el fondo de la mina, que lograron alcanzar su refugio, nos han llegado unas imágenes estremecedoras de los hombres saludando con buen ánimo, a pesar de que conocen perfectamente que tendrán que permanecer allí varios meses. Particularmente emotiva la estampa de los mineros orando en voz alta. Oramos, había dicho uno de ellos y así se les vio.
Es admirable la fe y la reciedumbre de esos hombres y nosotros debemos tomar ejemplo y seguir la pauta. ¡Tantas veces como nos quejamos por cualquier cosa y esos mineros siguen sin un lamento, su vida adelante, juegan a las damas, comen lo que pueden y rezan!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de agosto de 2010