Cuando, terminado un incendio, los brigadistas que operan en las inmediaciones de la ciudad de Ourense reciben órdenes de replegarse a "la base", se van con sus aperos y sus vehículos al lugar que muestra la fotografía. Es un edificio abandonado, en el lugar de Sabadelle, donde, entre jeringuillas usadas, cables de cobre abandonados por ladrones y restos de inmundicia, los integrantes de la cuadrilla se toman un descanso y comprueban el estado del material. A menudo, llegan calados por el agua que sueltan desde el cielo los hidroaviones y no tienen donde cambiarse. Y aunque lo tuvieran: no hay trajes de repuesto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de agosto de 2010