Antes de las medidas adoptadas por el Estado español para salir de la crisis, creo que lo peor es la creencia de la mayor parte de la sociedad de que no hay alternativa. La mayoría del Parlamento, desde el PSOE hasta el PP pasando por los partidos nacionalistas, están de acuerdo en lo fundamental, en la necesidad de recortar el gasto y aprovechar la ocasión para tomar medidas pedidas hace tiempo por las cúpulas empresariales, como la reforma laboral.
Ni en el Parlamento ni en los medios de comunicación parece que haya alternativas a estas medidas. Se habla de hacer los deberes como si la soberanía no residiera ya en los Estados y en sus ciudadanos y el único papel de los Gobiernos fuera encontrar sistemas para aplicar las políticas que unos supuestos expertos deciden no se sabe dónde.
Por el contrario, yo sí creo que hay alternativas, que en tiempo de crisis es más importante que nunca mantener el Estado de bienestar, que pueden hacerse políticas de lucha contra el fraude fiscal, que se pueden aumentar los tipos impositivos a las Sicav...
La semana pasada los trabajadores franceses han demostrado que ellos también creen que las medidas que imponen recortes no son las únicas posibles. El 29 de septiembre veremos si los españoles no se conforman con que la crisis la paguen solo los más débiles.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 13 de septiembre de 2010