Llevo ya unos días pensando en los perros peligrosos, en los pitbulls, en la libertad con la que sus dueños les pasean sin atender a las leyes, sueltos y sin bozal, y en el daño que causan, no solo físico, a quienes atacan. ¿Por qué nos empeñamos en anteponer los derechos de los animales a los derechos humanos? No puedo soportar el hecho de saber que tras haber llevado a cabo un ataque con graves consecuencias, haya gente que siga paseando a sus perros en las inmediaciones de parques y colegios. ¿Es justo que una niña se quede en casa, asustada, mientras el perro que pudo matarla pasea libremente por el campo?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de septiembre de 2010