Al final, nuestros gobernantes se venden por aparentar ser importantes en la escena internacional. Aznar pagó sus visitas al rancho de Bush con la foto de las Azores y Zapatero agradece que Sarkozy le "metiera" en el G-20 apoyándole en el atropello de las leyes comunitarias que supone la expulsión de los gitanos. ¿Cuándo se darán cuenta de que no les invitan a sus fiestas por su gracia y desparpajo?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 26 de septiembre de 2010