¿Qué hace una australiana como usted en una isla tan pequeña como esta? En 1998, una amiga mía vino a Ibiza y al volver me lo contó Clubes asombrosos, fiesta sin fin, belleza por todas partes. Ibiza era el vivo retrato de la utopía. Vine a comprobarlo y me enamoré.
Y de ahí, a la cabina de Pachá Entre todas las discotecas, era mi preferida. El trabajo soñado; la suerte hizo el resto.
Déme las coordenadas de su iluminación electrónica Fue a los 18 años, cuando vivía en Australia. Aunque cuando tenía cuatro o cinco años ya era la que ponía la música en la casa de mis abuelos.
¿Es la cultura de club importante allá? ¡Claro! Lo fundamental es que somos una nación que sabe correrse una buena juerga. En las grandes ciudades hay oferta de electrónica para regalar.
¿Cómo definimos lo que pincha? Cálido funky house.
¿Por qué hay tan pocas mujeres en su gremio? Creo que, como tantas otras cosas, nació como un negocio dominado por los hombres y eso aún intimida a las mujeres.
¿Se puede aprender a ser un buen 'dj'? En realidad, es bastante fácil. Te puedo enseñar a pinchar en cinco minutos. Otra cosa es eso que los dj's llaman leer la pista, atender las necesidades de cada audiencia, que es diferente.
¿Es una de esos 'dj's' con 'jet' privado? Aún no, cariño, pero espero que algún día suceda [risas].
¿Le molestan los hombres cuando está ahí arriba? No lo permito. Suelo tener a alguien que me hace de barrera. Se podría decir que es mi guardaespaldas, si no fuera porque ese trabajo lo ha hecho mi hermana y, la verdad, no sé si pasaría por guardaespaldas.
¿Qué hace cuando acaba su sesión? Bueeeno, me quedo un rato a charlar con los clientes, ya sabe, hay que compartir con tu público [risas].
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de octubre de 2010