Sin seguro médico, sin seguridad social, en un país en vías de desarrollo, lejos de su familia y sus amigos desde hace años. Con todo, Daniel Fernández, de 31 años, tiene que quedarse en El Cairo, donde trabaja como profesor de español en el Instituto Cervantes desde 2007. Es colaborador, no funcionario, y como tal, tiene pocos derechos. "Querría regresar. Estaría mejor en España. Cada año que paso aquí es un año sin cotizar, por ejemplo, pero no encuentro nada", resume.
Y no es por falta de cualificación. Habla perfectamente tres idiomas además del castellano (inglés, francés y árabe), tiene posgrados y casi diez años de experiencia. Pero no hay forma. Reconoce que, dentro de lo malo, allí puede vivir solo y "hacer una vida medio normal", cosa que en España, donde compartía piso, se le antoja difícil.
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Periodista de formación, nunca ejerció. Cuando terminó la carrera estudió árabe y se fue especializando en asuntos de cooperación. Salió del país con una beca de la Agencia Española de Cooperación y desde entonces no le ha salido ningún trabajo en su país. "Busco en un amplio espectro de empleos; en otros países sí que me han hecho ofertas que he rechazado, pero volver a España parece cada vez más complicado", lamenta Fernández.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de octubre de 2010