Los iraníes festejaron el fin del Ramadán sabiendo que sería la última celebración antes de tener que apretarse el cinturón. Desde el 22 de septiembre estaba previsto que comenzara la supresión de los subsidios a los productos básicos, con la que el Gobierno busca ahorrarse 100.000 millones de dólares anuales. El plan ha vuelto a retrasarse en medio del tira y afloja que el Ejecutivo libra con el Parlamento. Sin embargo, la vuelta al cole no ha estado exenta de sobresaltos.
Al elevado coste de equipar a los peques (en torno al millón de riales, o 70 euros, por niño, según un reciente reportaje del diario Iran Daily, en un país donde el sueldo medio ronda los 300 euros), se han sumado subidas inesperadas como las del transporte o la electricidad. De un día para otro, los autobuses de la línea 7, que atraviesa Teherán de norte a sur, han cuadruplicado el precio del billete hasta los 1.000 riales. También los taxistas han empezado a calcular sus tarifas pensando en los 4.000 riales que cuesta el litro de gasolina en el mercado libre, ante la inminente reducción de las cuotas a 1.000 riales. Aunque su retraso de un mes ha llevado a algunos analistas a especular con que el Gobierno estaba dando marcha atrás, los conductores desconfían.
Irán busca ahorrar eliminando subsidios a los productos básicos
Los economistas consideran necesario reducir el derroche
Pero lo que ha hecho que los iraníes pongan el grito en el cielo ha sido el repentino incremento del precio de la electricidad. Esta corresponsal se encontró con una factura de 148.000 riales, el triple de la media de los dos años anteriores. Un diputado se ha quejado en la prensa local de que en su ciudad, Gorgan, al noreste del país, el importe de los recibos bimensuales se ha multiplicado por 10 a pesar de que el Parlamento aprobó que la subida se haría de forma progresiva durante cinco años. Algunos grandes consumidores, a quienes se intenta desincentivar, denuncian aumentos del mil por cien.
Para muchos, es el primer signo de que el recorte de los subsidios ya ha empezado. De hecho, el propio presidente, Mahmud Ahmadineyad, ha declarado: "El Gobierno no va a anunciar el momento exacto del inicio [de la supresión de los subsidios] para evitar que la gente acapare productos y se produzcan aglomeraciones en las gasolineras". En 2007, la introducción del sistema de cuotas para el combustible subvencionado causó altercados en los que se incendiaron una docena de estaciones de servicio.
El temor a nuevas protestas, cuando aún están frescos los enfrentamientos poselectorales del año pasado, parece estar detrás de la enorme cautela del Ejecutivo. Aunque los economistas consideran que se trata de un paso necesario para reducir el derroche, también señalan que un repentino encarecimiento del coste de la vida agrandará el descontento. Ahmadineyad cuenta con 20.000 millones de dólares del presupuesto para compensar con efectivo a los más desfavorecidos y ha asegurado que el impacto será mínimo. Sin embargo, sus rivales políticos, e incluso altas instancias religiosas, ya han advertido a los iraníes de que se avecinan tiempos difíciles.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de octubre de 2010