No dejan de sorprendernos algunas actitudes y declaraciones de la incombustible secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Todos teníamos asumido que las declaraciones de cualquier delincuente no son vinculantes y no digamos las de un terrorista, pues de forma interesada la secretaria general de un partido que pretende gobernar algún día como es el PP da por buenas las afirmaciones de un terrorista de ETA para acto seguido pedir explicaciones a diestro y siniestro.
Eso sí, no sabe o no contesta cuando se le pide su opinión acerca de los casos de presunta corrupción, de financiación ilegal, cohecho, etcétera, que imputan presuntamente a su candidato a la Generalitat Valenciana, y la presunta vinculación en otro pelotazo urbanístico que ha surgido en el Ayuntamiento de Murcia, también gobernado por el PP, no siente ningún pudor en reclamar austeridad al Gobierno y no predica con el ejemplo percibiendo dos sueldos.
Para más desconcierto, la portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, parece sufrir una similar amnesia transitoria cuando los periodistas ejercen su derecho a ser informados sobre los presuntos casos de corrupción que salpican a integrantes de su partido. ¿Hasta cuándo se va a permitir que, sin pruebas, esta dirigente cuestione a miembros de las fuerzas y cuerpos de la Seguridad del Estado y que hasta la Guardia Civil tenga que desmentir categóricamente unas declaraciones suyas mediante un comunicado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de octubre de 2010