El presupuesto de la Xunta representa casi el 20% del PIB gallego, mientras que, por ejemplo en Cataluña, no llega al 13%. Eso significa que cuando se plantean descensos bruscos, como ahora, los efectos en una u otra comunidad son bien distintos. Feijóo y la propia conselleira, Marta Fernández Currás, no dejan de repetir que es el Gobierno central el que pone en aprietos las cuentas gallegas. Pero hasta ahora han recurrido al límite de endeudamiento para "hacer más con menos".
Ante la crisis, la Xunta utiliza otra herramienta para que no se note la caída de ingresos: las llamadas fórmulas de colaboración público-privadas. Lo hará, por ejemplo, para financiar el hospital de Vigo, con sobrecostes calculados en 400 millones a repartir en 20 años. O en la autovía Carballo-Berdoias, cuya adjudicación está paralizada desde que el PSdeG revelara que la oferta seleccionada era superior en 395 millones al proyecto negociado por el bipartito.
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Otras medidas que realmente son necesarias, como atajar el gasto farmacéutico, no se demuestran muy eficaces mientras se anuncia el recorte de servicios como el Noitebús (que ahorra 4,5 millones, el 0,04% del presupuesto), o la prometida eliminación de los chiringuitos, que todavía mantiene 34 fundaciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de octubre de 2010