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Crítica:

Helena Almeida

Reciente aún el eco de la completa y equilibrada retrospectiva que la Fundación Telefónica dedicó entre 2008 y 2009 a la trayectoria de Helena Almeida (Lisboa, 1934), se presenta ahora en Madrid una muestra de su trabajo más reciente. La exposición se centra en esta ocasión en la serie Bañada en lágrimas, un conjunto de 12 fotografías de gran formato realizadas por la artista en su estudio y motivadas por el juego de sensaciones y sugerencias que se generan en ella a raíz de encontrar inundado su espacio de trabajo. Siendo su estudio y ella misma, el espacio y el cuerpo, los componentes fundamentales de su obra, no es extraño que la circunstancia de ver convertido el suelo de su estudio en un espejo por el agua y poder observar su cuerpo reflejado en él, haya dado lugar a una serie que expresa muchas de sus preocupaciones y al mismo tiempo las impulsa hacia delante. Las diferentes piezas que componen Bañada en lágrimas muestran el reflejo de la artista sobre el suelo inundado, pero con una incidencia fundamental sobre el espacio de convergencia y encuentro entre el cuerpo real y el cuerpo reflejado, entre imagen real y proyectada. Apunta así Helena Almeida hacia el lugar del desdoblamiento al que tanta atención ha prestado a lo largo de su obra, allí donde se configura y emerge ese "otro lado" que no es sino "el misterio del otro" y que da cuenta tanto de los límites de nuestro mundo físico como de la presencia siempre posible y siempre constante junto a nosotros de otro cuerpo y de otro espacio. Aparece también su profundo interés por la expresividad del negro y el dibujo del cuerpo sobre la superficie, pero no en su habitual registro de nítida mancha perfectamente dibujada, sino, en esta ocasión, como sombra tosca, incierta y desdibujada. De ahí nace en buena medida la fuerte concreción que encuentra en esta serie la pulsión coreográfica que siempre ha caracterizado su trabajo. Una coreografía que surge del diálogo con la propia sombra, con el cuerpo desdoblado, y se va construyendo en el propio acto de deambular por el espacio sobre las líneas que dibujan en el suelo las baldosas mojadas.

Helena Almeida

Galería Helga de Alvear

Doctor Fourquet, 12. Madrid

Hasta el 30 de octubre

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de octubre de 2010