Según lo publicado recientemente en la prensa, las visitas papales de los últimos años a diversos países han supuesto gastos de unos 65 millones de euros. Y, yo me pregunto, ¿ignora su santidad lo que supondría esa cantidad convertida en vacunas para librar de las enfermedades y la muerte a miles de niños en África y en Asia? ¿No ha pensado en pedir a los que hacen esos dispendios que conviertan la vanidad en caridad, humanidad o justicia y donen ese dinero a ONG y a sus propios misioneros para que lleven a cabo la tarea de hacerlo llegar a este fin? ¿De verdad no cree que el negocio espiritual es más importante que el económico del que nos hablaba monseñor Camino?.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de octubre de 2010