Con ser importantes, creo que las medidas económicas impopulares que está tomando el Gobierno español son lo de menos. Lo realmente preocupante es la progresiva pérdida de la soberanía popular a la que estamos asistiendo. Esas decisiones no las está tomando el Gobierno libremente porque crea que son las mejores, sino solo cediendo a amenazas de representantes de grupos financieros a quienes nadie ha elegido y que son los que deciden sobre la legislación laboral, sobre la fiscalidad, sobre las pensiones. Es decir, sobre el progresivo desmantelamiento del Estado de bienestar.
Ingenuamente habíamos pensado que la crisis nos conduciría a un mayor control democrático sobre la gestión financiera. Ha sucedido exactamente lo contrario: el mundo financiero impone sus condiciones al poder democrático.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de octubre de 2010