Si hay una herramienta que haga más eficaz a la Administración y disminuya la corrupción, esta es la transparencia. Conocer en tiempo y forma la inversión y el gasto de nuestras administraciones y empresas públicas es fundamental para avanzar en la democracia y el bienestar.
Estamos cansados de escuchar cómo se niega, o se muestra solo una parte de las cuentas públicas, la que interesa, como si nuestros representantes políticos fueran reyezuelos tribales y el resto, súbditos. La ausencia de transparencia fomenta la malversación y el nepotismo. Los países más transparentes como Dinamarca, Nueva Zelanda o Suecia deben ser nuestro referente.
Pero quien puede tomar esa medida es la clase política y actualmente su nivel de competencia es bajo. Coincido con las declaraciones del ex presidente de Aragón, señor Bolea: "La política se ha profesionalizado. Los brillantes no tienen entrada porque los que están, ya están colocados y no dejan entrar a nadie". Entonces, ¿quién tomará las medidas que van contra sus intereses?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 21 de octubre de 2010