Suave equilibrio

Paradigma del tinto recio y potente, sin demasiados remilgos, los vinos aragoneses sobrellevaron una pesada losa que es parte de su historia: los graneles para exportar. Si ayer dieron sustanciosos beneficios, hoy no tienen mucho porvenir. Desde hace más de una década se esfuerzan por superarlo. Ejemplo de cambio es Cariñena, antaño famosa ciudad de vinos tintos. El jotero ya decía: "Yo quisiera una mocica / que me quitara las penas / y que tuviera los riaños / del vino de Cariñena". Aquí nació una variedad de uva extendida por medio mundo, la cariñena, que apenas ocupa hoy lugar en el viñedo. Y aquí hay gente empeñada en demostrar que la fama prefiloxérica tenía razón de ser, que los vinos pueden ser actuales, con personalidad, buen nivel de calidad y competitivos. Lo demostró con creces Solar de Urbezo. Otros siguieron el camino.

Uno de los últimos es Bodega Victoria, creada por la familia Segura Serrano en 2006. Poco tiempo para el vino, que consiguieron acortar gracias al acertado asesoramiento del prestigioso enólogo Miguel Ángel de Gregorio. Su mayor mérito, extraer de las jóvenes viñas aromas y cuerpo, complejidad y armonía. Siguen con éxito su magisterio Silvia Tomé y César Muñoz. Tienen un vino de gama alta, Longus, más que notable; un crianza, Dominio de Longaz, y este Finca Pardina joven con seis meses de crianza en roble francés Allier, de mejor relación calidad / precio. Acertada mezcla de variedades que aportan una nariz fragante, con perfumes intensos de frutillos rojos y negros (grosella, mora, arándano), un fondo especiado y leves recuerdos de madera tostada. Pero es en boca donde mejor expresa su atractivo: sabroso, muy frutal, fresco, equilibrado y suave.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de octubre de 2010