No han sido suficientes cuatro millones y medio de parados, una huelga general descafeinada, pero huelga general en definitiva, ni el manifiesto descontento existente entre las bases del PSOE y sus votantes, entre muchos otros motivos. No, han sido las encuestas desfavorables las que mayormente han motivado el "cambio" de Gobierno (impensable hablar de "crisis" -palabra maldita- de Gobierno). El propio presidente, reiterado por su nuevo portavoz nada más ser nombrado, ha puesto como prioridad "dar la vuelta a las encuestas" en 17 meses.
Este nuevo Gobierno va a dedicar sus mayores esfuerzos en comunicar y convencer a la ciudadanía de que lo está haciendo bien. Al parecer no debemos ser lo bastante listos para percibirlo y nos lo tienen que explicar mejor. ¿No debería dedicar todo su esfuerzo a iniciativas y acciones que ayuden a la mayoría de ciudadanos que siguen peleando cada día por salir adelante? Es más, esas medidas no tienen por qué ser necesariamente populares, casi nunca lo pueden ser en tiempo de crisis.
Pero no, parece ser que la prioridad va a ser convencer a ese parado de que está protegido por el Estado, reiterarle por enésima vez que la situación económica está a punto de mejorar y que lo que proponen los otros es mucho peor... Lo que sea para volver a ganar unas elecciones. Triste democracia en la que se gobierna a golpe de encuesta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de octubre de 2010