Este verano he comprobado los inconvenientes de tener 17 sistemas de salud mal conectados entre sí. A mediados del mes de agosto sufrí un accidente doméstico cuando me encontraba en una localidad de una comunidad autónoma limítrofe con la de Castilla-La Mancha, Aragón y Madrid, esta última mi lugar de residencia.
En el Servicio de Urgencia de Medinaceli (Soria) -que, por cierto, funciona estupendamente- los sanitarios que me atendieron dictaminaron que había que trasladarme al hospital de la provincia en ambulancia. Los tres hospitales cercanos -el de Soria, Guadalajara y Calatayud (Zaragoza)- se encuentran prácticamente a la misma distancia de Medinaceli, por lo que solicité a los sanitarios que me enviaran al hospital Ernest Lluch, de Calatayud porque la carretera de Medinaceli a Soria se encuentra en obras y los baches podrían aumentar el sufrimiento. Mi petición les pareció razonable y recabaron la autorización del Servicio de Salud de Castilla y León, que la denegó.
El Consejo Interterritorial de Salud podría solucionar estas situaciones estableciendo unos protocolos de urgencia que dieran prioridad a la atención al paciente, aprovechando la tarjeta sanitaria, válida en todo el Estado español, para compartir una serie de datos de nuestro historial médico que pueden ser vitales en caso de accidentes graves.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de octubre de 2010