Hará ya un par de años que estuve visitando los países escandinavos y fue ahí donde me fijé en un sistema muy peculiar de reciclaje. Lo que me llamó la atención fue ver a la gente entrar a los supermercados llenos de bolsas con latas, botellas y todo tipo de envases. En esos momentos, mi curiosidad me incitó a seguir a uno de ellos y observé que se dirigían a una máquina en la cual insertaban una a una las botellas y finalmente les era devuelto un recibo con la cantidad de dinero que se les daba en relación con los envases entregados. Así, seguro que no llegaba ni una botella a la basura común.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de octubre de 2010