El mecanismo político tiene ciertas perversiones con efectos desfavorables para los ciudadanos. Uno de ellos es el déficit público. Los políticos saben que para recibir votos y mantenerse en el poder deben inaugurar, gastar, ayudar, subvencionar. Lo que constituye una irresponsabilidad es gastar más de lo que se recauda a base de préstamos que deberán pagar las siguientes generaciones. Eso es el déficit público: una hipoteca para los hijos de nuestros hijos. Hay elecciones a la vista. Los ciudadanos deberíamos exigir que los candidatos se comprometan a no gastar más de lo que recauden..
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de octubre de 2010