Según la Constitución Española, "ninguna confesión tendrá carácter estatal" (artículo 16.3) y "nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias" (artículo 16.2).
Considero, pues, en primer lugar, que en la toma de posesión que hacen los ministros del Gobierno ante el Rey no deben figurar ni la Biblia, ni el crucifijo, ni símbolo religioso alguno. En segundo término, que al tener que optar los ministros por la fórmula de juramento o de promesa, de forma implícita, se ven obligados a declarar sobre su religión o creencias, lo cual también se contradice con la Constitución.
Creo que, tanto la fórmula establecida para tan relevante acto institucional del Estado como la presencia de la Biblia y el crucifijo son reminiscencias del nacionalcatolicismo de la dictadura franquista y, por ende, entran en flagrante contradicción con un Estado aconfesional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 30 de octubre de 2010