El Instituto de la Empresa Familiar (IEF) ha sido noticia toda la semana. Primero por las polémicas declaraciones que se han vertido en el congreso que anualmente celebran estos empresarios y, después, por la elección de su discreto director general, Fernando Casado (Barcelona, 1943) al frente de CatalunyaCaixa. Su nombre ha sorprendido porque, al fin y al cabo, carece de experiencia en el sector financiero. Un bagaje que necesitará, pues la primera fusión de cajas catalanas no está resultando sencilla. Entre otras cosas, es una de las que ha suspendido las pruebas de estrés.
La experiencia negociadora de este licenciado en Económicas y Empresariales y de vocación docente probablemente compense lo anterior. No en vano, se le conoce por su carácter dialogante, muy necesario en el seno de la problemática empresa familiar, cuyo lobby ha ganado fuerza gracias a su gestión, en la que permanece desde 1993. El ánimo conciliador le va a hacer falta en un ambiente dominado por la política, como es el de las cajas de ahorros, en este caso por la Diputación de Barcelona y la de Tarragona. Tildado por ambas de independiente, sustituye en el cargo a Narcís Serra. -
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de octubre de 2010