Más de cinco años después de colocarse la primera piedra, el aeropuerto de Castellón sigue sin fecha de apertura. Al menos el Consell no sabe cuándo entrará en funcionamiento. El vicepresidente segundo y consejero de Economía, Gerardo Camps, ha lanzado la pelota al tejado del Gobierno al asegurar en una respuesta parlamentaria que el proyecto depende de que el Ministerio de Fomento apruebe la autorización para su apertura y otorgue el certificado del gestor aeroportuario. Todo lo contrario afirmó hace poco el subdelegado del Gobierno en Castellón, Antoni Lorenzo, quien destacó que la promotora del aeropuerto, Aerocas, aún no ha iniciado varios trámites necesarios para recibir el visto bueno. "Niego radicalmente que el Gobierno esté poniendo trabas", aseveró.
El presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, por cuyo empeño se ha construido el aeropuerto, señaló enero como posible mes de la inauguración, aunque no de la puesta en marcha del servicio a pasajeros. Al respecto, el portavoz de Iniciativa en las comarcas de Castellón, Carles Mulet, señaló ayer en un comunicado que el "controvertido" aeropuerto debía estar en marcha en 2000, según las previsiones iniciales.
Crear destino
En todo caso, indicó Mulet, el Consell "se olvida" de un punto importante del proyecto, y es que "ninguna compañía tiene el más mínimo interés en poner a Castellón entre sus objetivos". "El ministerio puede autorizar la apertura, pero si ninguna empresa lleva un avión, de nada habrá servido", opinó Mulet, quien teme que "el futuro de este aeropuerto es negro". En esa línea, el subdirector de Air Berlín en España, Pablo Caspers, advirtió la semana pasada que "un aeropuerto en sí mismo no sirve para nada si no es para un destino turístico".
El portavoz de Iniciativa en Castellón denunció el alto coste de la infraestructura (más de 155 millones de euros) y una "nefasta gestión" de Fabra que habría convertido la tramitación del proyecto "en un monumental empastre" a costa de dinero público. "Lo que debía ser el emblema de la gestión de Fabra, se ha convertido en el emblema de su fracaso absoluto, un proyecto que nacerá muerto, con años de retardo, tras haber supuesto un saqueo sin precedentes al erario público, saqueo que se continuará produciendo mientras sus amigos lo continúan explotando", denunció Mulet.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de noviembre de 2010