A veces las cloacas se alejan del estereotipo infecto de las películas ambientadas en Nueva York. Es el caso del colector de las calles de Vila i Vilà y Carrera, que ayer presentó el Consistorio. Esta zona, en Montjuïc, tiene una pendiente mínima, lo que hace que las aguas residuales se estanquen, generando malos olores. Esta actuación, que costó 600.000 euros, es una de las 422 que se han hecho este mandato en el intestino de la ciudad y en ella se separaron los cauces para mejorar la circulación. También se instaló gres, un material que permite mayor fluidez. La ciudad produce 100 hectómetros cúbicos de aguas residuales al año. Para la prensa se iluminó el recinto, creando una atmósfera casi sofisticada. En la vida real, sin embargo, allí se trabaja con luz de linterna y se camina entre excrementos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de noviembre de 2010