Después de la apoteosis del sábado, la Praza do Obradoiro recuperó ayer sus ritmos habituales, aminorados por las esporádicas lluvias y la bajada de las temperaturas de la jornada. El espectacular escenario en que ofició el Papa se convirtió en un testimonio de la resaca que, aun así, numerosos visitantes se detuvieron a fotografiar. Por el momento no hay destino fijado para la cruz de granito que presidió la ceremonia. El escenario, obra del arquitecto Iago Seara y reciclable en el 70% de sus materiales, tardará 15 días en ser desmontado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 8 de noviembre de 2010